Bikepacking con un bebé
Ines Thoma nos da sus consejos para ir de bikepacking con un bebé por las montañas de Allgäu en Alemania.
¿Irías de bikepacking con un bebé en un remolque? Le hemos pedido a la deportista de Canyon Ines Thoma que nos cuente cómo se las han apañado ella y su pareja Max en su viaje de varios días con su hija Romy a bordo de unas bicicletas gravel.
Planificar y preparar una ruta de bikepacking con un bebé
Max y yo estábamos deseando hacer un viaje en bicicleta con nuestra hija Romy desde que nació. Teníamos un remolque precioso en el garaje para ir de aventura, pero decidimos esperar hasta esta primavera para sacarlo. Era esencial contar con una ventana meteorológica favorable, porque Romy tiene un año de edad y está deseando caminar y descubrir el mundo. Por eso es tan importante poder parar cada vez que haga falta para dejarla que corretee un poco.
Por ahora le gusta ir dormida en el remolque pero, cuando se despierta, quiere ver todo lo que la rodea, y en ese momento la sentamos en un asiento especial para niños que llevamos en la parte delantera de la bici. La combinación ideal era una bicicleta gravel para el remolque y otra donde montar el asiento delantero.
Y llevar el equipaje nos resultó sorprendentemente sencillo. Cuando Romy va dormida en el remolque, nos ponemos las mochilas y, cuando está despierta y va sentada en su asiento especial, metemos el equipaje en el remolque. También utilizamos bolsas fijadas al cuadro para llevar otras pertenencias.
Planificamos una ruta de bikepacking en la zona donde vivimos, las montañas de Allgäu. Elegimos una ruta circular de 200 km que nos ayudó a ver nuestros paisajes desde otro ángulo. Optamos por seguir caminos de tierra sencillos y sin mucho tráfico y, pensando en Romy, carriles bici que pasaran cerca de parques infantiles. La ruta pasaba junto a lagos y ríos, donde podíamos bañarnos a mitad de etapa y además ver animalitos.
Lista de equipamiento para ir de bikepacking con un bebé
Para los papás:
- Chubasquero
- Pantalones de ciclismo largos
- Maillot
- Calcetines y muda
- Sandalias, pantalones y camisa de manga larga para las noches
- Cepillo de dientes
- Cámara de rueda de repuesto y herramientas
- Cable de carga del teléfono
Para la pequeña Romy:
- Un juego de ropa de repuesto por si nos mojamos
- Gafas de sol
- Sombrero para el sol
- Protector solar
- Un gorro que quepa debajo del casco
- Mono de punto
- Sandalias
- Toalla
- Dos libros y algunos peluches para el remolque
- Manta de punto para el remolque
- Botiquín y pañales
- Algo para picar
- Comida suficiente para el día
- Botella de agua
- Mochila para bebés (para dormir al bebé: ¡no falla!)
Bikepacking con un bebé: Día 1
Dejamos el equipaje preparado la noche anterior para salir con tranquilidad y temprano el primer día. Echamos a andar sin haber reservado alojamiento de antemano, ya que no sabíamos si íbamos a tardar tres, cuatro o cinco días en hacer la ruta. Decidimos no acampar, porque podía haber tormentas con aparato eléctrico por las tardes, y estaba claro que en algún momento nos íbamos a mojar.
La mañana fue agradable y fácil, seguimos unos carriles bici y Romy no tardó en quedarse dormida, lo que nos permitió rodar a buen paso y recorrer 35 km antes de la primera parada para picar algo. ¡Las cosas salieron mucho mejor de lo previsto!
La verdad es que no habíamos probado todo el equipo junto antes de salir. Como todos los papás saben, los planes tienen que ser flexibles. A veces a los niños les encanta todo, pero también pueden decidir que quieren bajarse a corretear cuando solo llevas 2 km de ruta.
Descubrimos una reserva natural, vimos ranas y nos paramos junto a un lago y un parque infantil a la hora del almuerzo, momento que aprovechamos para buscar alojamiento y reservar en una casa rural muy bonita. Por una parte viene bien ser flexibles y seguir pedaleando hasta que nos apetezca, pero eso significa que tenemos que encargarnos de buscar alojamiento durante la ruta.
Como era de prever, nos tocó una tormenta eléctrica poco después de la siesta de Romy. Paramos en una cafetería y nos refugiamos bajo el techo de una granja para evitar mojarnos. Hasta ese momento, todo iba estupendamente, pero empecé a ponerme un poco nerviosa. Volvió a salir el sol, y Romy decidió que también quería salir a jugar, pero todavía nos quedaban 15 km para llegar a la casa rural. ¿Qué podíamos hacer para que Romy siguiera tan contenta? Para ella, ya había sido un día muy largo.
Afortunadamente, el paisaje de los bosques de Bregenz en Austria era muy bonito, había mucho que ver, y recorrimos senderos preciosos, caminos de tierra y algún que otro acceso exigente en los últimos kilómetros. Creo que tuvimos la suerte del principiante, pero al final recorrimos 70 km, eran las siete de la tarde y estábamos rodeados de bosques. ¡Romy estaba encantada! Cuando llegamos al alojamiento, descubrimos con alegría que la casa rural tenía una tienda donde pudimos comprar huevos frescos, mantequilla y queso para cenar. ¡Menudo día pasamos!
Bikepacking con un bebé: Día 2
Cuando hay niños de por medio, conviene ponerse en marcha temprano. Pronto encontramos un buen sitio para tomar el café de la mañana, en una tienda de comercio justo de Hittisau. Afrontamos el primer ascenso largo del día con Romy dormida en el remolque, y eso le sirvió a Max de incentivo para subir el ritmo. Llevar un asiento para bebé en la parte delantera de la bicicleta deja poco espacio para las rodillas, y al final resulta incómodo. Decidí fijar el asiento a la mochila para subir esta cuesta.
Esa noche parecía haber entrado ya el verano, de manera que podíamos dejar la ropa de abrigo en el equipaje aunque esto también significaba que íbamos a sufrir las primeras quemaduras solares del año. Siempre nos pasa lo mismo: le ponemos protector solar a Romy, pero nosotros no nos protegemos.
Después de cruzar el puerto de montaña y la frontera de vuelta a Alemania, decidimos pararnos a almorzar en mitad de ninguna parte. Si viajas con niños en bicicleta, es importante tener en cuenta que, cuando dicen que tienen hambre, es que quieren comer ya. No siempre se puede esperar hasta llegar a la mejor cafetería, que es lo que haría uno si estuviera solo.
Decidimos llevar comida encima por si la necesitábamos en algún momento, y nos quedaba espacio para llevar más si nos hubiera hecho falta. Todo el equipaje de Romy iba en nuestras mochilas, así que teníamos espacio en las bolsas del cuadro para llevar unos aperitivos, el sombrero de Romy y las gafas de sol para protegerla.
Cuando rodábamos junto al río Iller, en las montañas de Allgäu, cometimos el error de no prestar atención a las señales de cansancio de Romy y nos paramos a tomar un helado. Y pasó lo que tenía que pasar: teníamos a una niña agotada que no quería sentarse en el remolque. La parada tuvo que alargarse y nos tocó llevarla en la silla hasta que se durmió. Habíamos perdido dos horas de pedaleo y decidimos acortar el kilometraje de la jornada, aparcar las bicicletas y dedicar la tarde a dar un buen paseo.
Bikepacking con un bebé: Día 3
Nuestro viaje estaba saliendo estupendamente y nos quedaban solo 68 kilómetros. Casi me daba pena dejar de pedalear pero, por otra parte, tampoco quería pasarme de kilómetros, teniendo en cuenta que era nuestro primer viaje. Subimos el puerto de montaña de Joch y nos plantamos en Oberjoch por la mañana. No podíamos pararnos a tomar café mientras Romy estaba dormida. A mí me hace falta cafeína para rodar a gusto, así que para la próxima vez quizás incluya algún preparado de café en la lista de cosas para picotear.
Por supuesto, me habría encantado parar a tomar café (sobre todo si el bebé no está dormido), pero conviene seguir avanzando mientras la pequeña duerme. Es mucho más cómodo pedalear, y podemos rodar a más velocidad.
Cuando se despertó, Romy decidió que había llegado la hora del almuerzo. Afortunadamente, pudimos parar en un campo junto a la carretera, rodeados de pajaritos que observar y con florecitas para que Romy jugara con ellas. Cuando pienso en ello, posiblemente Romy no necesitó los parques infantiles que habíamos incluido en la planificación de la ruta, porque a esa edad ella es feliz en cualquier lugar. Aun así, no pudimos resistirnos y nos detuvimos en un parque infantil precioso que vimos en Pfronten y que parecía una fortaleza medieval.
El día iba estupendamente y hacía calor. Al final encontramos una cafetería muy bonita en un refugio de montaña y fuimos a nadar a un lago.
De vuelta a casa, ya teníamos muchas ideas para hacer otros viajes de bikepacking en el futuro. Fue una forma estupenda de pasar tiempo en familia, estar al aire libre todo el día y vivir un poco de aventura, y también nos ha servido de entrenamiento a los pedales. Con Romy, el remolque pesa 25 kg, así que ya te puedes hacer una idea de cuánto hay que apretar para superar 2500 metros de desnivel positivo.
Qué podemos mejorar para el próximo viaje de bikepacking
Sorprendentemente, no tuvimos el más mínimo contratiempo, y los tres nos lo pasamos estupendamente la mayor parte del tiempo. La próxima vez posiblemente echaría algún hornillo de camping para preparar café y tomar una dosis de cafeína en cada parada.
Tal vez cambiaría también la configuración del manillar, o incluso la bicicleta entera, para poder montar el asiento infantil. Conducir una bicicleta de montaña con una geometría más corta y un manillar más elevado dejaría más espacio para facilitar la pedalada. Haré unas pruebas, a ver qué tal.
Otra idea sería llevar una tienda de campaña y todo el equipo de acampada, algo que nos daría más flexibilidad a la hora de pasar la noche. En ese caso, lo sensato sería añadir otro remolque a la segunda bicicleta para llevar todo el equipo de camping en él. Dependiendo de la zona que recorramos, podría ser una idea genial para divertirnos aun más.
Bolsas y equipaje para bikepacking
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