Historias de Jenni y Mark por los senderos de Tasmania

Jenni King y Mark Tupalski viven en Australia y se conocen desde hace mucho tiempo. Se conocieron cuando Mark tenía poco más de 20 años y competía en maratón y cross-country en MTB. Coincidió con Jenni en el proceso de selección del equipo de los Juegos de la Commonwealth y forjaron un vínculo especial que se ha convertido en una amistad de por vida.

“Me impresionaron los inmensos conocimientos que tenía Mark para hablar de cualquier tema. Era siempre el primero en ayudar a limpiar bicicletas, arreglar averías, preparar la cena y limpiar. Quería seguir en contacto con él cuando me retirara de la competición”, comenta Jenni.

Pero el talento de Mark no se limita a las carreras en ruta; poco después empezó a competir en carreras de 24 horas, maratones de MTB y carreras de cross-country. Cuando llegó el momento de retirarse de la competición, se matriculó en la universidad y luego conoció a Eliza, su actual esposa. Cuando tienen tiempo libre, lo dedican sobre todo a disfrutar del ciclismo de montaña.

Una llamada telefónica y enseguida se pusieron de acuerdo para compartir esta aventura.

“El año pasado me fui de vacaciones a Tasmania con la familia. Pasamos unos días en Derby, un pueblecito precioso del noroeste, un auténtico paraíso de los ciclistas de montaña. Cuenta con senderos de primera categoría para ciclistas de todos los niveles, y sabía que era el lugar perfecto para ir con la Neuron”, comenta Jenni. Le habían hablado de una ruta llamada “Bay of Fires”, pero todavía no había tenido ocasión de recorrerla.

“Derby fue uno de los últimos lugares en los que Jenni y yo competimos juntos, así que parecía una buena idea volver allí”, explica Mark mientras le daba el visto bueno a los planes de Jenni. “También había recorrido la ruta de ‘Bay of Fires’ en mi luna de miel, así que sabía lo que me iba a encontrar y además conocía otra ruta estupenda que nos serviría de calentamiento”.

La ruta incluye descensos espectaculares por senderos y tramos de granito desde la cabecera de ruta, en la reserva forestal de Blue Tier. La ruta zigzaguea por el bosque e incluye otro tramo de sendero más expuesto para una distancia total de 42 km. El recorrido termina en la playa de Swimcart.

“El sendero que Mark había preparado de calentamiento sumó otros 10 km a la ruta, pero en ese momento no le di mucha importancia”, explica Jenni, que no sabía que la ocurrencia de Mark incluía 400 m de ascenso, tramos de granito, tramos para hacer a pie, barrizales y vadear unos cuantos arroyos. No era una ruta para dar un paseo sin más.

Ilusionados con la ruta que tenían por delante, los dos amigos se dirigieron a Geelong, en Victoria, para tomar el ferry hasta Tasmania. Pararon a comer unos fish and chips y a repasar rápidamente los planes de los días que tenían por delante. Era una travesía nocturna, y Jenni y Mark se acomodaron a la espera de que el reloj de a bordo anunciara la llegada a puerto.

Después de desembarcar del “Spirit of Tasmania”, llegó el momento de prepararse en cuerpo y alma y comenzar por el viaje de dos horas en coche hasta Derby.

Al llegar, prepararon las bicicletas y el equipaje. En verano, Australia puede ser un lugar hostil, así que se aseguraron de echar abundante crema solar, agua, comida, repuestos y un kit para MTB. Mark llamó a una tienda de bicicletas del pueblo para comprar un par de cosas que le faltaban.

“Le conté al joven dependiente de la tienda los planes que teníamos para subir por ese sendero, y parecía un poco preocupado”, ríe Mark. “Yo creía que una ruta de 10 km no sería tan complicada, pero entonces me comentó: ‘solo en ese tramo vas a tardar por lo menos medio día’, ¡os los vais a pasar en grande!”

Consultaron por última vez las previsiones meteorológicas antes de llegar al hotel Derby Lodge y acomodarse para pasar la noche.

El despertador sonó a las 4 de la mañana. Dado que la ruta iba a ocupar toda la jornada, querían disponer del máximo tiempo posible en la montaña. Tomaron café antes del amanecer, dieron un último vistazo al tiempo, y echaron a rodar en Weldborough, a poca distancia de su alojamiento en Derby.

La salida del sol los sorprendió en “Little Chook”, un sendero que les sirvió de calentamiento antes de afrontar la subida. Se oyó alguna que otra palabrota en los primeros kilómetros, pero Jenni se entregó enseguida a disfrutar del desafío.

“Los tramos de senderos por la selva tropical eran preciosos, y las rampas con piedras sueltas exigían prestar la máxima atención a la elección de cada trazada”, recuerda mientras describe las laderas de cubiertas de helechos y los cruces de arroyos que se encontraron por el camino. “Llegamos a un descenso corto repleto de roderas, y aprovechamos para recuperar un poco. Tras cruzar otro arroyo, empezamos el ascenso más largo y empinado entre rocas gigantescas”.

Mark y Jenni se enfrentaron a desafíos aún mayores cuando la madre naturaleza decidió desatar unos chubascos que complicaron la tracción. Como no querían darle la razón al empleado de la tienda que les dijo que tardarían medio día en hacer solo ese tramo de la ruta, siguieron avanzando a buen ritmo.

La ruta transcurría entre rampas exigentes con escalones de granito y raíces de árboles, un escenario que les recordaba a una carrera por etapas en la que participaron unos años antes.

“La Neuron estaba más que preparada para el desafío. Respondía estupendamente incluso en los giros más cerrados o cuando había que subir la potencia de la pedalada para superar un escalón”, comenta Mark mientras describe el terreno rocoso que tenían que recorrer antes de llegar a la cima.

A medida que subían de altitud, la vegetación que los rodeaba iba cambiando. Estaban rodeados de eucaliptos altísimos que dieron paso a helechos, mirtos, zarzales y, de vez en cuando, algún que otro pino endémico de Tasmania. Al llegar a la arista, los árboles dieron paso a una vista panorámica de la costa, el lugar ideal para reponer fuerzas antes de afrontar un descenso de 13 km.

Tras un ascenso abrupto hasta la cima, les esperaba un descenso perfecto para disfrutar a tope con peraltes, saltos y vuelos. Mark y Jenni se abrieron paso a través de un túnel de helechos. Aunque no lo tenía nada claro en la cima, Jenni encontró su ritmo y utilizó todo el recorrido de la suspensión.

El tramo inferior de la ruta era una serie de toboganes por un bosque de eucaliptos y los helechos dieron paso a zonas de monte bajo en un terreno de granito algo descompuesto. Tardaron un poco en adaptarse a los cambios del terreno, pero la pareja se dirigió hacia un mirador situado encima de unos riscos, el lugar ideal para detenerse a reflexionar un rato.

“Notaba que me iba quedando sin fuerzas, y que un chute de cafeína no me vendría nada mal”, explica Jenni. “Para mi sorpresa, sacó un hornillo, montó una cocina y me preparó un café: ¡qué campeón!”

Una vez repuestos los niveles de energía, llegaron hasta la cima de la última subida. Se veían nubes de lluvia en el horizonte, así que tuvieron que ponerse en marcha.

Jenni y Mark disfrutaron de un descenso de 7 km en zigzag por un paisaje de rocas rojas. Al llegar a la playa de Swimcart, les esperaba un océano de agua azul cristalina y arena blanca. Mark aparcó la bicicleta y corrió al agua para refrescarse antes de que empezara a llover. Jenni no paraba de reír desde la arena por disfrutar de una experiencia tan especial a la vez que recordaba momentos de su juventud.

Después de arreglar las bicicletas y preparar todo el equipaje para volver a casa con sus familias, pasaron por el restaurante The Hub para tomar unas pizzas antes de emprender el camino.

“Me costó mucho trabajo concentrarme en mis estudios de medicina cuando llegué a casa”, añade Mark, que todavía tiene la cabeza en Tasmania. “Fue en parte por la fatiga de una ruta tan trepidante y también porque recuerdo lo bien que lo pasé”.

Jenni se sentía igual. “Le he contado a todo el mundo lo espectaculares que son las rutas de Derby. No se me ocurre una bicicleta mejor para rodar por un terreno tan variado, y compartir todo esto con mi amigo Mark ha sido muy especial”.

No saben cuándo volverán a pedalear juntos, pero hay una cosa segura: la próxima vez que echen a rodar con sus Neuron, recordarán lo bien que se lo pasaron en Tassie (Tasmania).